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La abuela del Bierzo cumplió 110 años. Arropada por los suyos, Felicitas Esteban, ha soplado las velas de su tarta de cumpleaños. La celebración tuvo lugar este sábado en Sabadell (Barcelona) donde vive desde hace años con su hijo Antonio, de 72.
Feli no lleva gafas ni bastón. No necesita más que dos pastillas al día, una para 'tranquilizar' a las voces que la confunden por la sordera y la otra para el azúcar. «No me duele nada», dice si le preguntas como se encuentra. Una vitalidad con la que mira de frente a los años que vengan. «Voy para los 111», dice.
Felicitas Esteban nació en la localidad de Seijas de Sajambre, perteneciente al municipio zamorano de Manzanal de los Infantes, pero su vida la hizo en El Bierzo tras casarse y trasladarse a San Román de Bembibre con su marido, Francisco González, cacharrero de profesión. Ambos apostaron por la comarca para asentarse y crecer, sabedores de la riqueza que albergaba.
De la mano, Felicitas y Francisco, llegaron a San Román de Bembibre el día de San José por eso en su casa siempre se convirtió en una celebración familiar. Con empeño y trabajo duro hicieron allí dos casas, compraron tierras y viñas. Tuvieron seis hijos, cinco de ellos aún con vida. Nazario, el mayor, murió en un accidente de tráfico. Un duro golpe que marcó a la familia y supuso también el fin del padre que al poco tiempo falleció.
La abuela del Bierzo sopla 110 velasVer 7 fotos
Superviviente de una guerra y una posguerra, Felicitas nunca habló de hambre. Otro de los episodios que marcó su vida fue el hecho de ser madre de una de las niñas de la bomba, Tita (Esther), su segunda hija. Hace 72 años fue al río junto a cinco amigas más a la hora de la siesta. Mientras jugaban hallaron un artefacto en el agua que pensaron que era el sombrero de un muñeco. Una de ellas lo quiso quitar de un palo en el que estaba tirado en el río. Dándole unos golpes explotó lo que era una bomba de mano.
Esa niña murió y las otras cuatro quedaron heridas por la metralla. Tita en ambas piernas con cicatrices que aún recuerdan aquella tragedia. Pero Felicitas no se acuerda de que en aquel momento ella tejía un sujetador. Solo de las canciones infantiles que tararea una y otra vez y también de sus gallinas.
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Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
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