A Fugueira y las trastadas de Pascua, una tradición centenaria en Villar de Acero

Una carretera de 19 kilómetros de curvas entre grandiosas montañas, es lo que separa Villafranca de Villar, territorio integrado en la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses.

Este pequeño pueblo tiene 30 vecinos empadronados, cifra que se ha reducido en la mitad en los últimos 20 años. Sin embargo, Villar es un pueblo de tradiciones y en las fechas señaladas, así como en la época estival, sus habitantes, familiares y amigos llenan el pueblo para celebrar.

«Yo nunca había escuchado hablar de la hoguera de San Juan, la hoguera siempre era el sábado de Pascua», explica Alfredo, un vecino de Villar.

A Fugueira se hacía el sábado de Pascua a partir de las 00.00 de la noche. Los jóvenes del pueblo se reunían, cogían un carro e iban de corral en corral a coger leña para hacer la hoguera. «Más bien la robaban pero siempre con buena intención. Siempre había algún vecino que no quería que le cogieran la leña y a ese le cogían más», cuenta Alfredo entre risas. No obstante, también había vecinos que ya dejaban la leña preparada para que se la llevasen. «Era algo que ya tenían asumido».

Los vecinos se reunían alrededor de la hoguera, en la que se asaba tocino y se bebía vino y aguardiente. También se tocaban las campanas «por pura diversión» y, después, venían las trastadas.

«Después de tocar las campanas siempre se hacían trastadas. Ya cerca del amanecer los mozos sacábamos los carros de los vecinos y se los atrancábamos en los caminos. Y al que era un poco quisquillas se lo escondíamos más. Después, los mismos que se lo escondían tenían que ayudarles a sacarlos», explica Alfredo.

Eladio, uno de los mayores del pueblo, asegura que esta tradición tiene más de 100 años y cuenta una anécdota en relación con esta costumbre de Pascua. «Un tío mío no quería que le sacaran el carro del corral, entonces por la noche se acostó encima del carro, le dio sueño y cuando los mozos fueron a por el carro, se llevaron el carro y a él encima». Dentro de esas trastadas que hacían de madrugada, «lo dejaron en medio del río y allí quedó hasta que despertó», cuenta con humor.

En el pueblo, nadie sabe a ciencia cierta de dónde viene esta tradición pero lo que es seguro es que ya se ha perdido. «Esta costumbre ha desaparecido, se hace algo de fugueira pero nada más», explican.

El encanto de los pueblos surge por esa necesidad de que las tradiciones más curiosas y arraigadas a tiempos pasados sobrevivan de alguna manera.

Villar de Acero es lugar de tradiciones ancestrales. También celebran el Entroido de una forma particular al resto de la provincia de León pero habrá que esperar a carnaval para desvelar esta práctica que data de tiempos muy lejanos.