Jesús Salvador Arroyo Álvarez, en una imagen cedida por la familia.

Muebles Boom: la inquieta y discreta vida de Jesús Salvador Arroyo Álvarez

Obituario ·

El fundador de Muebles Boom, el empresario berciano Jesús Salvador, fallece de un infarto a los 65 años de edad cuando preparaba nuevos proyectos empresariales

Antonio G. Encinas

Valladolid

Lunes, 6 de julio 2020, 14:33

Quería saber cuándo iba a volver a correr. Le acababan de poner tres 'stent' por un infarto, un susto serio que le llegó, precisamente, mientras corría, pero Jesús Salvador Arroyo Álvarez, nacido en El Bierzo hace 65 años, tenía demasiados proyectos en marcha como ... para detenerse por eso. Había dejado la gran empresa familiar, Muebles Boom, en manos de sus hijos, y regentaba un apartahotel en Cantabria mientras preparaba el lanzamiento de una línea de piensos para mascotas en la que llevaba embarcado cuatro meses. Y a saber qué maratón tenía en mente completar ahora, después de haber corrido ya tres, dos veces en Nueva York y otra en Helsinki.

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Pero un segundo infarto, este sábado por la mañana, y un tercero cuando parecía que los médicos habían conseguido estabilizarlo, fueron demasiados para este empresario multiversión que, dice su hijo Iván, no sabía estar quieto.

«Siempre amanece».

Esa era la frase que sus hijos aprendieron a fuerza de escucharle. «Y es verdad. Él ya no está y hoy ha vuelto a amanecer», lamenta Iván, que ayer despidió a su padre en el cementerio de Las Contiendas junto a sus hermanas, Pilar y Elena, y su esposa, María Isabel Calvo.

La intendencia de estas líneas sirve como ejemplo del carácter de Jesús Arroyo, transmitido a sus hijos. Del dueño de una cadena con establecimientos por toda España no había ni una sola foto en la base de datos de El Norte. No acudía a foros ni encuentros empresariales. Prefería pasar inadvertido. «Nunca decía que era el dueño de 'Boom', decía que tenía una tienda de muebles».

Una verdad a medias. Aquella primera nave que montó, con su característico color rojo en la fachada y sus enormes letras blancas, se ha reproducido hasta contar con 36 tiendas en España, según reza la propia web de la compañía. Solo en Castilla y León, contaba con presencia en Medina del Campo, Cigales, Arroyo, Zamora, Burgos, Salamanca y León. «Cuando ya teníamos más tiendas nos decían que los montadores de los muebles conducían mejores coches que nosotros», recuerda Iván. «Siempre ha hecho las cosas por proyectos, por ideas. Por eso, cuando cualquier persona con tres muelles 'stent' no querría moverse ni a por el pan, él solo quería saber cuándo podría volver a salir a correr. No podía estar quieto, quería probarse, ver que podía».

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De El Bierzo a Valladolid

«Era de El Bierzo, y muy orgulloso de serlo. Decía que no había un sitio como El Bierzo, y que los de El Bierzo eran distintos», cuenta Iván. Un arraigo que llama la atención cuando se tiene en cuenta que siendo niño se trasladó con sus abuelos a Palencia. Luego los negocios le hicieron compaginar Palencia y Valladolid, donde finalmente se afincó.

«Ayudó a los abuelos con una pollería en Palencia. La hicieron más grande y por cosas del destino salió mal», señala Iván Arroyo. «Luego, a partir de ahí ideó montar un negocio de segunda mano de muebles, La Manera Rosa, de las que aún queda una en Valadolid. Vio que en Francia funcionaba y que en España no lo había, decía 'es un negocio porque te pagan por retirar los muebles y luego venderlos'. Montó dos, en Palencia y Valladolid».

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Porque si algo caracterizaba a Jesús Arroyo era que pensaba a lo grande y se anticipaba a lo que podía venir. Así, decidió dar el salto a las antigüedades. Pero no al estilo usual, con un pequeño comercio, sino con una enorme nave en la avenida de Burgos, en Valladolid, «donde ahora está la gasolinera de Cepsa», recuerda su hijo.

«De las tiendas de antigüedades y de segunda mano pensó en que podía vender mueble nuevo pero más económico y creó Boom en el año 1992. Y decidió hacerlo a lo grande –una vez más, podría decirse–. Utilizó una nave de 3.000 metros cuadrados en Cigales, que era una granja de cerdos. Y sobre esa se fraguó el resto».

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De ciclista a empresario

«Era una persona distinta, con mucho carisma, que se hacía querer, complicada para algunos, pero esos mismos luego le admiraban», le define su hijo. Es lo que tienen los competidores natos, y desde luego Jesús Salvador Arroyo era uno de ellos. En los negocios, en los que demostró tener buen ojo, pero también en los deportes. «Empezó a hacer ciclismo y fue campeón de España de montaña entrenado por Javier Mínguez, con el que tenía una muy buena relación. Sin embargo renunció a dar el salto a profesionales y comenzó con la empresa», recuerda Iván. «Con 65 años había corrido tres maratones, dos de Nueva York y uno de Helsinki, y veintitantas medias maratones».

«Desde hace dos años la empresa, Muebles Boom, la llevamos nosotros –su hermana mediana, directora financiera, y él mismo–, y mi padre abrió un pequeño apartahotel en Cantabria. Quería crear pienso de mascotas, llevaba cuatro meses desarrollando una línea especial que no llegó a sacar al mercado. Lo haremos nosotros», se fija Iván ahora como un propósito ineludible, el de concluir el proyecto que estaba en marcha, como su padre hubiera querido.

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Recuerda otra de las máximas que Jesús llevaba como emblema, después de haber paladeado el éxito y también, con aquella pollería, el fracaso. La idea que, en definitiva, le llevaba a ser prudente y mantener un segundo plano, alejado de los grandes focos empresariales. «Salir del barrio es muy difícil, pero volver es muy fácil».

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