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El estallido de la crisis de los Talibanes pilló a Paula Belenda en Afganistán. Hace poco más de un mes, cuando la situación comenzaba a complicarse, la joven viajera faberense pudo regresar a su casa en Fabero. Ahora lanza una petición urgente dirigida a ... los ministros de la Presidencia y de Asuntos Exteriores, Félix Bolaños y José Manuel Albares, ambos están encargados de coordinar las evacuaciones a España, y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, a través de la plataforma Avaaz.org, para facilitar la evacuación segura desde Kabul de un colaborador del gobierno afgano y de su familia, con los que convivió durante su estancia en el país.
«Su vida corre peligro, él pertenece a uno de los grupos que están apuntados por los talibanes», lamenta angustiada Paula, consciente de que cada minuto que pasa la situación es más insostenible. Asegura que en este momento esta persona «está refugiada en casa esperando la ayuda que le saque de Kabul junto con su familia» dado que ya «disponen de la documentación en regla para dejar el país». Además, ella misma cuenta con el certificado que confirma que fue empleado oficial de la oficina del Consejo de Seguridad Nacional de la República Islámica de Afganistán desde enero de 2020, con el cargo de subdirector.
«Yo misma, como autora de la petición, puedo dar fé de estas personas y, en caso de problemas, ayudarlas en España, tanto en términos de financiación como ayuda para buscar alojamiento», explica la joven faberense en su petición en la que por motivos de seguridad no puede dar su nombre, pero «es una persona responsable, formada, con interés en negocios y arte, con recursos financieros y con fluidez en español e inglés», añade.
Paula pide también que se involucre en este asunto Gabriel Ferrán Carrión, actual embajador español en funciones en Kabul, que ha confirmado que permanecerá en la capital hasta que se complete la evacuación. «Necesito su apoyo y su ayuda urgente en este tema. Esta persona necesita salir del país antes de que sea demasiado tarde», ruega la joven berciana.
«Otros gobiernos están colaborando y haciendo lo mismo con personas afganas, no nos quedemos atrás. ¡Nosotros también podemos ayudar! Demostremos que los españoles estamos a la altura y que también actuamos de manera humana y responsable», concluye en su petición.
El grito desgarrador de la joven llega desde las entrañas de la que fuera en su día una de las principales cuencas minera del Bierzo. Caótica, violenta, desesperante. Con estas cuatro palabras describe la joven faberense su sentir ante la situación que está viviendo el pueblo afgano con el avance de los talibanes. Una situación de un país que decidió abandonar el pasado 18 de julio tras permanecer en él nueve días. Una decisión que tuvo que tomar de forma rápida a pesar de que llegó al país sin billete de vuelta. «Mi idea era quedarme allí por más tiempo, pasar al menos dos, tres o cuatro semanas y fue la rapidez de la situación lo que me hizo comprar un billete, volver a Kabul y me fui».
Paula, que viaja sola y le gusta buscarse la vida trabajando y conviviendo con la población de cada país que visita, tal y como ha hecho ya en otras ocasiones como en su viaje del pasado año a Arabia Saudí donde le pilló la crisis sanitaria del Covid-19, recuerda que cuando llegó a Afganistán el 9 de julio acababan de retirarse las tropas de EEUU «y es verdad que había tensión y desesperación pero a un menor nivel porque aunque los talibanes estaban avanzando la gente no esperaba que fuera tan rápido, realmente yo creo que ellos pensaban que no iba a volver a pasar, que no iban a tomar todo el país e incluso llegar a la capital».
La joven faberense asegura que pasó miedo. El mismo miedo que tenían los afganos con los que compartía su día a día. «Yo lo notaba a mi alrededor, la gente estaba mucho más tensa, tenía mucho más miedo, era ya un monotema, era solo talibanes, talibanes, talibanes, y cada día la noticia es que se estaban acercando más, era así contínuamente, muy rápido», explica. A pesar de ello está convencida de que el avance talibán pilló a la población civil por sorpresa. «No se lo esperaba, la gente no estaba preparada», apunta.
Paula reconoce que vivir una situación así a miles de kilómetros de su casa en Fabero «fue muy dura» pero que nunca recibió ningún tipo de acoso en la calle. «Pasé muy desapercibida, igual alguna mirada de mujeres y hombres porque evidentemente notan que no soy de allí aunque lleve la ropa típica».
Su mirada de perspectiva de género en los viajes que realiza le hizo palpar la realidad «compleja» que viven las mujeres afganas. «Solo ví una mujer conduciendo en Kabul y cuando hablaba con ellas algunas han tenido experiencias complicadas, a veces por pobreza y otras porque quieren trabajar para ahorrar dinero para estudiar y tienen mucho acoso laboral». Está convencida que la situación que ahora vive el país tras al avance de los talibanes «va a ser un retroceso total para ellas». Algo que asegura «me parte el corazón porque ellas quieren ser independientes, trabajar, vivir y tener oportunidades que no se les dan», indica la joven faberense visiblemente emocionada.
Esta viajera incansable asegura que se sintió «muy agradecida y privilegiada de poder haber visitado el país, por estar allí, porque es un país increíble con miles y miles de años de historia, la gente afgana es súperhospitalaria pero es verdad que en ciertos momentos tenía miedo, tenía preocupación por lo que pudiera ocurrir». Todo ello a pesar de que es consciente de que «siempre cuando se visita un país hay riesgos». Recuerda que unos días antes de regresar al Bierzo habían intentado poner una bomba en uno de los aviones. «Estaban sucediendo cosas, cada día más y más violencia», apunta.
El contacto de la joven berciana era diario con su familia que siempre le recomendaba «que tuviera cuidado» y que le informara «siempre dónde estaba». Una información que también facilitaba a las personas con las que tenía contacto dentro del país.
Afganistán era un país que Paula Belenda quería visitar desde hacía tiempo. «Me llamaba mucho la atención al igual que todos los países de la Ruta de la Seda», indica, convencida que «aún era un país que en ese momento podía visitar». Allí llegó y vivió con familias afganas de forma totalmente altruista. «Hay una aplicación para viajeros que se llama Couchsurfing y a partir de ahí yo ya había buscado ciertos contactos con otros viajeros que también buscamos estos destinos», explica la joven de 30 años.
El país afgano ha sido su última parada pero no será la última. Hace siete años que se echó la mochila a cuestas y comenzó a viajar por el mundo. «Me dí cuenta de que cada vez me llamaba más la atención visitar países que cada vez son más desconocidos», todo ello con la idea de «ver cómo vive la gente, conocer sus tradiciones, estar allí, vivirlo y verlo».
Su trabajo como azafata le permitió arrancar sus viajes, rutas por el mundo que ha combinado también con su trabajo. «He creado esta forma de vida en la cual viajo bastante a menudo, trabajo, ahorro dinero y puedo seguir viajando y habré viajado a unos cien países de esta manera», apunta Paula que ha trabajado de profesora, de traductora, de ejecutiva de cuentas. «Dependiendo de la oportunidad que pueda ver en un país, me quedo, veo el trabajo que puedo hacer allí, que me interese y que me guste».
El pasado año su idea era seguir por Oriente Medio tras su paso por Arabia Saudí aunque la crisis del Covid se lo impidió. Otra crisis también se lo impidió ahora. Pero su viaje sigue. Su próximo destino lo tiene claro: Asia Central.
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