Paula De las Heras
León | Madrid
Jueves, 14 de marzo 2019, 17:23
Pedro Sánchez no quiere asumir riesgos. Ahora que puede, porque las primarias de 2016 contra Susana Díaz pusieron el poder del PSOE en sus manos sin que tuviera que deber nada a nadie más que a la militancia, ha decido hacer un grupo parlamentario a ... su medida, sin voces críticas. La criba ya se evidencia en la elaboración de las listas al Congreso pero también en las del Parlamento Europeo.
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La salida de la que fuera vicepresidenta del PSOE y candidata en las últimas elecciones a la Eurocámara en 2014, Elena Valenciano, se daba por supuesta hace muchos meses. Valenciano fue apartada de la portavocía del grupo y sustituida por la vallisoletana Iratxe García en el mismo 2014, tras las primarias en las que Sánchez, entonces apoyado por Díaz, ganó a Eduardo Madina, al que la madrileña había dado su apoyo.
La relación entre ambos, que había sido buena durante el tiempo en el que Sánchez trabajó en el equipo de Alfredo Pérez Rubalcaba, ya no se recuperó nunca. Ella se decantó luego por Díaz. Y él no movió un dedo para favorecerla cuando, hace un año, su nombre empezó a sonar en las quinielas para ocupar la presidencia de los Socialdemócratas en el Parlamento Europeo que iba a quedar vacante.
El que, sin embargo, tenía aún alguna opción de seguir era el también exsecretario general, exsecretario e Organización y exministro de Fomento, Pepe Blanco. Sánchez, que fue su pupilo y conoció las entrañas del partido de su mano, estuvo dudando, según fuentes de su entorno, hasta prácticamente ayer. Finalmente, fuentes de la dirección confirman que le ha dejado fuera. A pesar de sus intentos de aproximación en el último año, Blanco pagará por haber desempeñado un papel relevante en el Comité Federal que el 1 de octubre de 2016 forzó la dimisión del secretario general.
De la lista europea podría caer también el economista asturiano Jonás Fernández, propuesto en su día por el que fuera presidente de la gestora y aún presidente del Principado, Javier Fernández. Sería sustituido, según 'Vozpópuli', por el secretario general de UGT en Avilés, Iñaki Malda. Sin embargo, la lista no se cierra hasta el domingo y fuentes del partido apuntan que aún hay posibilidades de que ese relevo no se produzca.
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Sí están más claras la salida de la sevillana Soledad Cabezón y la aragonesa Inés Ayala. Además, hay otras marchas que, aunque puedan resultar del agrado de Sánchez están justificadas por edad. Se retiran dos veteranos, el presidente del Global Progresssive Forum, secretario general de Relaciones con las Cortes con Felipe González y director adjunto de gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, Enrique Guerrero, y el exvicelehendakari y exministro de Presidencia Ramón Jáuregui. Además, deja hueco Sergio Gutiérrez que ha ejercido esta legislatura como secretario general del grupo y ahora encabezará la lista al Congreso por Toledo, desde donde puede compatibilizar con menos dificultad su cargo como secretario de Organización del PSOE de Castilla-La Mancha.
A lo largo de hoy y de mañana, la Comisión federal de listas decidirá sobre los puestos de las candidaturas al Congreso y el Senado. De acuerdo con la fórmula aprobada en el último cónclave del partido, las listas se confeccionan ahora partiendo de una primera votación de la militancia en asambleas locales. Pero Ferraz, o sea, Pedro Sánchez tiene la última palabra (porque tiene mayoría en el Comité Federal que aprueba definitivamente el domingo las candidaturas).
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A pesar de los intentos de alcanzar un acuerdo previo con las direcciones regionales, las listas llegan con algunos conflictos abiertos. El más sonado el que simboliza la batalla aún no mitigada con Susana Díaz en Sevilla. La dirigente andaluza se movió para que su hombre en el Congreso, Antonio Pradas, fuera el más votado por las bases. Sánchez no le quiere, entre otras cosas, porque no olvida que también tuvo un papel clave en las maniobras para su defenestración hace tres años. Pero, sobre todo, no está dispuesto a ceder en el pulso con la expresidenta de la Junta de Andalucía a la que en Ferraz acusan de haber hecho lo posible para «arrastrar por el suelo» a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que es la elegida por el presidente como número uno.
La propuesta de Ferraz es que Pradas salte a la lista del Senado, que es a donde se ha relegado también a otro susanista destacado, el malagueño Miguel Ángel Heredia. Y pese a las tensiones, fuentes del partido aseguran que no es en absoluto descabellado que se termine aceptando esa solución. También la pugna con el secretario general de Aragón, Javier Lambán por las listas de Zaragoza y de Teruel está relativamente salvada. Ignacio Urquizu podría ir a las listas al Parlamento autonómico y ser candidato a la alcaldía de Alcañiz. La cabeza de cartel de Teruel la ocuparía Herminio Sancho, secretario provincial de la Unión de Agricultores y Ganaderos, y de dos por Zaragoza Sánchez colocará a Pau Marí-Klose, comisionado del Gobierno para la lucha infantil.
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El tercer conflicto con los críticos era el de Palencia y León, cuyos números uno están reservados por el líder del PSOE para dos miembros de su ejecutiva , la secretaría de Educación, Mariluz Martínez Seijo, y el secretario de Cultura, Iban García de Blanco.
Sánchez ha querido que los componentes de la dirección federal y todos sus ministros -salvo la de Economía, Nadia Calviño, que renunció a ello y el de Exteriores, Josep Borrell, que encabeza la lista europea- tengan asegurado un puesto en la Cámara baja. Y para ello está dispuesto incluso a saltarse la norma interna de las listas cremallera. Lo hará, salvo cambios de última hora, en Madrid, donde las ministras de Transición Ecológica, Teresa Ribera; Justicia, María Dolores Delgado, e Industria, Reyes Maroto, ocuparán los números cuatro, cinco y seis, detrás del propio Sánchez, de la vicepresidenta, Carmen Calvo, y del secretario general del PSM, José Manuel Franco. En el siete irá el exlíder de la formación en Madrid, Rafael Simancas.
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En las elecciones de 2016, el PSOE sólo saco siete escaños por la circunscripción madrileña y, aunque es previsible que en esta ocasión amplíe el número, el jefe del Ejecutivo ha preferido evitar sustos de última hora.
A lo largo de este proceso, se han podido oír algunas criticas -nada comparable a lo de años pasados- al hecho de al secretario general, que siempre ha presumido de haber «dado la voz a la militancia», no le tiemble ahora el pulso por corregir lo votado por las bases. En Ferraz defienden que lo que se juzga en estas elecciones en la acción de gobierno y que es lógico que la dirección política del partido tenga presencia en el grupo parlamentario socialista. «En esta legislatura -alegan además desde el Ejecutivo- hemos vivido con el miedo real de que algunos de nuestros diputados nos fallaran en votaciones importantes y eso no puede volver a pasar».
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