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En la madrugada de cada 6 de enero, noche de Reyes, los villafranquinos cuelgan un «troxo», el tallo de una berza de gran tamaño, en los balcones de los solteros de cierta edad. «De ahí surgió el dicho de que el troxo hace las veces ... de novio de los que han pasado muchas Navidades, pero pocas noches buenas», explica Javier, villafranquino y miembro del Burval.
Esta tradición requiere equilibrio y discreción, «ya que la gracia está en no ser descubierta en el momento de dejar el regalo en el balcón», explica Javier. Sin embargo, «las gentes de Villafranca ya están acostumbradas y suelen tomarse este gesto con cariño, aunque siempre cabe la posibilidad de que alguno devuelva el cumplido con un chorro de agua fría o un saludo poco amistoso», confiesa.
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