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El 1 de noviembre se celebra en España el Día de Todos los Santos, una festividad de origen cristiano en la que se honra a las personas fallecidas. Llevar flores al cementerio en recuerdo de esos seres queridos que ya no están entre nosotros es una de las tradiciones de estas fechas y otra de ellas es mucho más dulce, auténticos manjares que llenan los escaparates de las pastelerías durante estos días.
Se trata de los huesos de Santo y de los buñuelos. Los primeros, más exclusivos, solo se pueden degustar en esta época del año, mientras que los segundos también son típicos de Semana Santa. Dos productos «totalmente diferentes», ya que los buñuelos «los suflas con huevo y con harina y mantequilla y los otros, los huesos, es un producto a base de almendra. Uno va frito y el otro escaldado», explica a elbierzonoticias Ángel Puente, uno de los propietarios de Confitería Pili.
Y es que esta pastelería lleva más de 70 años en la capital berciana y desde sus inicios elaboran los dulces típicos de esta festividad, que, en el caso de los huesos, son una tradición en Castilla y León pero que ya se han extendido por toda la geografía española, mientras que en otras regiones existen dulces propios similares como puede ser los panellets, en la zona oriental de España.
No se elaboran diariamente, sino que necesitan un tiempo de secado. «La masa que se hace es un poco húmeda porque sino se ablandarían y no se podrían rellenar», señala Puente. Por lo tanto, para que tenga esa consistencia «como de hueso» la capa de fuera es un poco más dura y lo de dentro, «que digamos que es la caña, es blandita» y puede ser de yema o nata, entre otros sabores, aunque los más conocidos y tradicionales son los de yema.
De este modo, una semana antes del día de Todos los Santos ya se pueden degustar estos dulces típicos que, en el caso de La Pili, elaboran entre mil y mil doscientas unidades y, si se repiten los resultados de otros años, las previsiones son que se vendan prácticamente todos.
Por otro lado, los buñuelos son elaboraciones «con mucha historia», ya se habla de ellos en la antigua Roma, y aunque son aparentemente sencillos de hacer, tienen su truco. «Es huevo, harina y mantequilla y fritos en aceite pero es más complicado de lo que parece para que salga bien», asegura Ángel Puente.
Esta elaboración se hace cada día, al igual que el resto de pasteles, y son tan especiales y conocidos, al igual que los huesos de Santo, porque usan productos naturales. «Nuestro secreto es que utilizamos solo huevos, harina, azúcar, leche y mantequilla y luego la profesionalidad de hace muchos años», añade. No en vano, la tercera generación de la familia ya está empezando a aprender el oficio, transmitiendo buen hacer y sobre todo tradición.
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