Érase una vez una mago que vivía en Oriente junto con sus Majestades, Melchor, Gaspar y Baltasar. Estos tres reyes lo criaron y cada 6 de enero les ayuda en la ardua labor de repartir los regalos pero solo en un lugar especial del mundo, la comarca del Bierzo, convirtiéndose en embajador plenipotenciario.
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Allí, cada mes de diciembre, el Mago Chalupa establece su base en lo alto del monte Pajariel, junto a la estrella, y con su megascopio llega a ver si todos los niños y niñas del Bierzo se han portado bien o no. Para ello, cuenta con tres cuadernos, uno blanco, en el que apunta «a los bendecidos», uno negro, en el que están «los que tienen que hacer examen de conciencia», y uno verde, en el que «están los que todavía se pueden salvar».
Así lo cuenta Yolanda Ordás, una de la creadoras en los años 60 de esta mítica figura, típica de la comarca, la única de España con cuatro Reyes Magos, que surgió a raíz de una pequeña cabalgata que comenzaron en la Estación Escuela, luego Radio Juventud de Ponferrada, y de un programa de radio en el que pedían a los niños que escribieran cartas de lo que querían pedir a Sus Majestades de Oriente y a los padres que pusieran algún «defectillo» y «mandaran algo de ayuda, una peseta, cinco...».
Y aunque el Mago Chalupa surgió «de la noche a la mañana», Ignacio Linares siempre fue el que se metió en ese papel «y yo leía las cartas», asegura Yolanda. Miles de cartas que les llegaban de todo el Bierzo, que guardaban en una caja de madera, y que les daba para llenar más de dos horas de programa, en el que el objetivo principal era recordar a los niños bercianos que tenían que portarse mejor.
La imaginación y el ingenio jugaban un papel importante, ya que en muchas ocasiones «no se entendía nada de lo que escribían los niños y sabían de la conexión directa que yo tenía con el Mago Chalupa». Así, la veterana locutora, ya retirada de los micrófonos, se recorría la ciudad preguntando por los juguetes del momento para que cuando hicieran el programa fuera todo más realista. «El Mago Chalupa tenía el nombre del niño o de la niña, los defectos y también los juguetes, y lo que él decía se lo tomaban muy en serio. Cuando le decía es que ayer pegaste a tu hermana o no se qué, los padres nos contaban sus reacciones, se metían debajo de la mesa, otros se escondían o se marchaban del lado del aparato de radio. Cuanto me hubiera gustado asomarme por un agujero y ver a los niños», recuerda Yolanda Ordás.
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Esther Jiménez
Todas las tardes, los más pequeños de la comarca esperaban con ansia escuchar al Rey Mago berciano «y muchas veces yo les decía, niños, no sé si podré conectar hoy, hay un tormentón allí y me llamó el Mago Chalupa para decir que iba a haber dificultades en las conexiones, y yo allí, con el disco de piedra donde teníamos los efectos especiales en esa época, los pitos, el agua, las canicas, todo lo que se nos ocurría… y así les tenía 10 minutos de intriga y entrábamos», cuenta. Unos tiempos que Yolanda Ordás recuerda con mucho cariño, «fueron años muy bonitos, sin dinero, sin medios pero te agudiza el ingenio».
Lo mismo pasó con la cabalgata, algo «sagrado» para todos los que formaban parte de Radio Juventud de Ponferrada. Comenzó siendo algo «muy pobre porque no había medios económicos, buscábamos género de forro de lo más barato y como buenamente podíamos les hacíamos los trajes a los reyes y a los pajes» y después, poco a poco, fue mejorando, «porque los medios en la emisora también mejoraron, había publicidad, había de todo». Y siempre encabezando esa cabalgata estaba el Mago Chalupa. «Los niños esperaban a los Reyes pero antes al Mago Chalupa. Era un clamor», asegura.
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La cabalgata de Reyes ya la comenzaban a preparar en el mes de noviembre en unos almacenes abandonados que eran de La Minero en el barrio de La Placa. Entre frío, cristales rotos y demás, hacían todos los preparativos y también, llegado el día, se vestían los grandes protagonistas. El Mago Chalupa, es decir, Ignacio Linares, se pintaba él solo «porque al principio se daba una crema negra pero tenía que tener mucho cuidado y no tocar a los niños. Un día uno le tocó y se manchó el dedo e Ignacio se llevó un disgusto…», indica Yolanda.
Finalmente se decidieron por 'kanfor' de los zapatos, «que se secaba y no manchaba pero cuando se lo quitaba tenía la cara y las manos en carne viva durante 15 días». Y es que Ignacio Linares no solo participaba en la cabalgata, sino que al día siguiente iba a visitar, junto con el resto de reyes, los pueblos, «así que tenía que pintarse otra vez».
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La vestimenta del Mago Chalupa también era algo peculiar. Comenzó con una chilaba de rayas y como sombrero, un cucurucho de cartón, «como los que se hacen en Semana Santa para ir de papón, y lo forrábamos con papel llamativo, brillante y, según las posibilidades, iba cambiando, pero era un gorro cucurucho». También llevaba una sortija que Yolanda Ordás guarda con mimo después de tantos años, «que es un tapón de una botella, azul, que luego el padre de Ignacio hizo en cobre el anillo y el aro para meter la piedra».
Pero con el paso de los años, ha perdido un poco de esa esencia, con un traje más parecido al de los Reyes Magos y con un turbante como sombrero, algo que a la locutora berciana le gustaría que no cayera en el olvido. Y es que, a pesar de que hace muchos años que ese programa de radio finalizó, el Mago Chalupa sigue siendo tradición del Bierzo, con su propio lugar en la cabalgata y con visitas a los escolares.
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Además, en esta ocasión, el Ayuntamiento de Ponferrada ha querido rendir homenaje a esta leyenda de la comarca con una cabalgata propia el día 3 de enero, algo que a Yolanda le hace especial ilusión. La misma que le hace que después de tantos años desde que finalizó el programa, la gente lo siga recordando con tanto cariño. «Fue un tiempo muy bonito», concluye.
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